Esta ocasión, Mirian Gómez de 1º ESO nos ofrece este exquisito cuento. No dejéis de leerlo.
Yo, Edelyn, una
niña de unos cuantos añitos, unos ocho por ahí. Soy bajita, amable y muy, pero
que muy vergonzosa y lo que más me gusta en este mundo, es la navidad.
Porque viene Papa Noel, los Reyes Magos y sobre todo mi cumpleaños.
Una de las
costumbres que tengo, es poner el árbol de navidad con mamá. Pero la estrella
la pongo con papá, papá es el más alto de la casa, más o menos de la altura del
árbol de navidad, por lo que papá me coge y yo coloco la estrella. Pero esta
navidad no fue como otras…
Estaba en mi
habitación dibujando y oí unos gritos; era que mis padres, estaban discutiendo.
No quería ir a la cocina, era donde estaban, me daba miedo estar junto a
alguien que esté discutiendo y no quiero verles enfadados de nuevo. Discutieron
de cosas de mayores, o sea de lo que mis conocimientos no pueden llegar a
entender, porque aún soy muy pequeña. Papá se fue de casa muy enfadado,
diciendo palabras que mamá no me deja decir; vi que se montó en el coche. Y
desde ahí ya no le vi más…
Al cabo de
unas horas, llamaron a mamá. Mamá cogió el teléfono y empezó a hablar con un
señor, que no conocía. Como yo soy muy cotilla, estuve poniendo el oído muy
fino; mamá me vio y me dijo que me quedara en la habitación. Pasaron unos segundos
y vi que mamá estaba triste. Me di cuenta de que estaba llorando. Le pregunté
por que lloraba y no me respondió.
Un poco más
tarde, mamá me llamó para decirme algo, me dijo que era muy importante…
-Hija, ha
pasado una cosa, que te va a afectar...-Los ojos se le pusieron muy llorosos-.
-Mamá, qué ha
pasado me tienes muy preocupada, desde esa llamada te has puesto muy triste y
no me has dicho por qué…
-Ay hija, cómo
me duele decírtelo…Papá se ha ido…-Se le empezó a caer una lágrima-.
-¿Y cuándo va
a volver?
-No lo sé, no
me ha podido decir nada.
-Jopee. Igual
mañana viene…
-Igual…
Le prometí a
mamá que hasta que no viniese papá no pondría la estrella en el árbol de
navidad.
Pasaron unos
días…y papá no venía.
Fui con mamá a visitar a los abuelos y hablé con
ellos sobre papá:
-Abuelo, ¿Has visto a papá?
-No cariño, no le he visto.
-¿Y sabes
cuándo va a volver?
-No lo sé.
-Es que se
fue y ya no le he visto desde entonces.
Ese mismo
día, por la tarde vi a mamá que iba toda vestida de negro, me extrañé. Me dijo
que vendría dentro de una hora o así. Me quedé en casa viendo la tele, no había
dibujos animados y puse una serie de mayores, pero me aburría mucho. Empecé a
tener frío y como había un radiador debajo de la ventana, moví el sillón al
lado, apagué la tele, miré por una ventana del salón, había una que miraba a la
entrada de casa no se veía la puerta pero se veía a quien venía a casa y quien
pasaba por la calle y me quedé mirando para a ver si volvería papá…
Vi a muchas
personas andando por la calle, entre ellas un señor me sonaba, se fue
acercándose poco a poco… ¡Era papá! Me levanté y fui corriendo a abrirle. Abrí la
puerta y le di un abrazo, pasó y nos sentamos en el sofá.
-Papá, no te
vuelvas a ir sin avisar.
-Cariño, lo
siento pero es que no he podido avisarte.
Me senté
encima de sus piernas. Le di un abrazó, muy largo; le susurré al oído que le
quería y que la vida sin él, no sería vida. También le di un beso, me canto una
canción, la que cantábamos él y yo mientras colocábamos la estrella en el árbol.
Cerré los ojos, los volví a abrir…vi a mamá, le conté que había venido papá
pero, ella me dijo que había sido todo un sueño, me había quedado dormida en el
sillón.
Mamá se iba
muchos días de casa me dijo que iba a la iglesia, lo raro es que ella no era de
las que iban continuamente, ella solo iba los domingos conmigo. Todas las veces
que estaba sola en casa, movía el sillón al lado del radiador y miraba por la
ventana, a esperar a papá.
Un día de
esos no me quedé dormida, vino mamá:
-Hija, pero
qué haces mirando por la ventana, túmbate viendo la televisión, que vas a estar
mejor.
-No mamá, de
aquí no me muevo hasta que papá no aparezca por la puerta.
-Papá no va a
venir…
-Da igual, yo
sé que algún día de estos va a aparecer por esa puerta.
Cada vez me
ponía más y más mirando por la ventana, bajaba todas las noches.
El domingo de
esa misma semana, como siempre nos reuníamos toda la familia en casa de la
abuela. Comíamos en la planta de arriba, en el comedor. Yo siempre era la
primera en terminar de comer, así que bajé abajo y puse yo solita el árbol de
navidad, menos las luces, que me daba miedo por si acaso me electrocutaba. Fui
a poner los adornos de las barandillas que suben a la planta de arriba. Oí que
estaban hablando de papá…
-¿Le habéis
dicho a Edelyn, lo de que se ha muerto? -decía la tía-.
-No, aún no
se lo he dicho. Es que si se lo digo igual es demasiado fuerte para ella
–respondió mamá-.
-¡De verdad
mamá! Me has mentido, ¡Papá está muerto!
Tras la
noticia desesperante, no paré de llorar. Nos fuimos a casa, me encerré en mi
habitación.
-Lo siento
mucho hija, es que pensaba que si te lo contaba no lo ibas a superar, es que
eres demasiado pequeña.
-Ya mamá pero
es que eso es una de las cosas más importantes de mi vida. Ahora mi vida ya no
se merece llamarse vida.
-Ábreme y así
hablamos mejor, por favor.
Le abrí, me abrazó.
Me cantó una nana y me tranquilicé.
Y así mismo,
se repitió año tras año. Ahora en el árbol de navidad, de estrella tenemos a
papá, en la cima, en lo alto, en el cielo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario