Aitor León de 3º de ESO nos deleita con esta historia que trata sobre el problema del paro en España. Espero que disfrutéis de él porque no tiene desperdicio.
Esta es la
historia de tres hermanos, que viven una pesadilla que azota continuamente a nuestro país, los
desahucios.
El primer hermano era Alberto, era el pequeño, tenía veinticuatro
años, no tenía estudios y además era ludópata y drogadicto. Un día le pillaron
robando material del trabajo para venderlo y comprarse drogas, así que le
echaron del trabajo y ya no pudo pagar la hipoteca. Le llegaron cartas del
banco anunciando su desahucio y así fue, por lo cual se fue a vivir con su hermano
Marino.
Marino era el hermano mediano y tenía treinta y cinco años de edad,
estaba casado con Elena, con la que tenía tres hijos. Marino trabajaba en una
empresa de aventuras y hacía muy poco había tenido una lesión. Un día cuando
llegó al trabajo le llamó su jefe y le dijo:
-Marino no te podemos pagar y además acabas de salir de una lesión,
así que te tenemos que despedir.
Marino se fue a casa y cuando llegó se encontró a Alberto y le
preguntó:
-Alberto, ¿qué haces aquí, qué te ha ocurrido?
Alberto le contó lo ocurrido y Marino se derrumbó tras aquella triste
noticia, pero al ser su hermano le acogió en su casa. Fueron pasando los días,
pero eran muchas las bocas que alimentar y nadie trabajaba en esa casa, así que
el banco envió cartas de desahucio y cuando Elena, su mujer, se enteró fue a
una sucursal y se prendió fuego. Estuvo ingresada, pero a los pocos días se
murió. Pasaron unos días y decidieron irse a vivir a casa de su hermano
Gustavo.
Gustavo era el hermano mayor, tenía cuarenta y dos años y era un
conocidísimo empresario a nivel internacional. Un día estaba intentando
relajarse en su espaciosa casa y cuando lo consiguió llamaron a la puerta.
Gustavo se enfadó mucho, pero al ver a sus hermanos y sobrinos se alegró. Le
contaron lo sucedido y enseguida entristeció. Gustavo les acogió en su casa y
les buscó trabajo en su empresa de cosméticos. A su hermano Alberto lo metió en
una clínica de desintoxicación y empezó a ir al psicólogo donde conoció a una
bellísima persona. Era noche buena y todos fueron al centro comercial a comprar
regalos, pero Gustavo se fue al banco para ver si podía comprar las casas de
sus hermanos, pero no salían a subasta hasta reyes. Sus hermanos se
desilusionaron cuando supieron que no iban a tener sus casas.
Llegaron reyes y
Gustavo fue a comprar las casas de sus hermanos. A la mañana siguiente cuando
se levantaron fueron a mirar el árbol y estaban los papeles de sus casas y todo
el mundo se alegró mucho. Transcurrió un tiempo y todo volvió a la normalidad y
colorín colorado para esta familia la pesadilla a terminado.
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