23 de diciembre de 2013

EVARISTO EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

Eneko Aldekoa de 3º ESO A nos deleita con el siguiente relato. No dejéis de leerlo. INCREIBLE



Un caluroso día de verano, un señor llamado Evaristo cumplió 23 años y decidió ir a un concurso de televisión, ya que pensó que le iba a dar suerte. Llamó al número que aparecía en pantalla y escuchó:

- ¡Enhorabueeena! Eres la llamada número 100. ¡Acaba de ganar un magnífico viaje a Jamaica!

-¡¡¡Bieeeeen!!! Gritó Evaristo casi sin creérselo.

-Podrá recoger su premio mañana por la mañana a eso de las 11:30.

-Genial, allí estaré.

Esa noche Evaristo no pudo dormir de la emoción, casi no se creía que se iba a Jamaica, y estuvo horas pensando en lo que iba a hacer hasta que al final cayó muerto de puro agotamiento.

A la mañana siguiente se despertó a las 8:15, y eso que era sábado, pero es que estaba muy nervioso y emocionado. Fue a la cocina y se hizo una infusión para ver si se podía tranquilizar un poco.

Ya más calmado se quedó viendo la tele hasta las 10:45. A esa hora fue corriendo a las oficinas de la cadena y le entregaron su premio. El viaje era ese mismo día a las 18:00, así que se fue a su casa a preparar las maletas. Cuando terminó leyó el folleto que le habían entregado con el billete de avión. En el ponía lo siguiente:

-El viaje y las comidas están pagadas, siempre y cuando vayas al  restaurante “Come y calla”.

-El hotel no está pagado.

-Si tiene algún problema o no le ha gustado el viaje, se le devolverán de 500 a 1.500 Euros, dependiendo del problema.

-¡Qué tenga un buen viaje!

Cuando llegó la hora fue al aeropuerto y enseguida encontró el avión al que tenía que acceder, se montó y despegó rumbo a Jamaica. El viaje se le hizo corto, ya que se quedó dormido, aunque esa siestecita le vino bien ya que esa noche durmió poco.

Cuando llegó a Jamaica fue al hotel “Duerme y calla” y le dieron la llave de su habitación. Al entrar en la habitación vio una cama, un cuarto de baño, un armario, un escritorio y un balcón enorme. Al dar un paso, pisó la madrea del suelo y esta se levantó. Miró dentro y vio que había un montón de bolsas de “harina” y otro montón de bolsas de “perejil” metidos en bolsas extrañas y pensó que eran una especie de comida reserva que había en el hotel por si había alguna emergencia. Entonces pensó hacer una tarta, pero para ello tenía que ir a comprar los demás ingredientes a la tienda. Al volver con los ingredientes se fue a la cocina que estaba abajo, cerca de recepción y se cocinó la tarta. Al acabar vio que tenía una pinta estupenda y se la comió entera. Cuando se terminó la tarta se le dilataron un montón las pupilas y notó una sensación muy extraña. Subió a su habitación, le costó, pero subió. Una vez en la habitación empezó a marearse y a ver cosas extrañas como un conejo que habla o un señor extraño con una chistera.

Se quedó alucinado y se quiso esconder en el armario. Dentro del armario escuchó un ruido peculiar, como el de un gato. Miró a su derecha y ahí estaba, era un gato enorme. Salió corriendo del armario y se tiró por la ventana. Afortunadamente sobrevivió. Un señor que iba conduciendo por esa calle le recogió y lo llevó al hospital más cercano en un santiamén. Allí en el hospital, el doctor le hizo un análisis de sangre y encontró cocaína. El doctor llamó a la policía y cuando llegaron le preguntaron a Evaristo:

-¿Por qué razón lleva esa sustancia en el cuerpo?

Evaristo no contestó, no porque no quería, sino porque no podía después de la fatal caída desde el balcón, pero los policías no sabían eso así que lo encarcelaron porque pensaban que era un camello o algo parecido.

Pasados unos días le permitieron un juicio a Evaristo para que pudiera explicar los hechos y cuando le contó al juez lo del conejo, el sombrerero y el gato gigante lo metieron en un manicomio, donde pasó el resto de sus días.


Moraleja: Haz caso a tu madre y no cojas nada del suelo sin saber lo que es con total seguridad.

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